3.6.12

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA XLVI JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

“Silencio y Palabra: camino de evangelización”
[Domingo 20 de mayo de 2012]

Queridos hermanos y hermanas:
Al acercarse la Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales de 2012, deseo compartir con vosotros algunas reflexiones sobre un aspecto del proceso humano de la comunicación que, siendo muy importante, a veces se olvida y hoy es particularmente necesario recordar. Se trata de la relación entre el silencio y la palabra: dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse, alternarse e integrarse para obtener un auténtico diálogo y una profunda cercanía entre las personas. Cuando palabra y silencio se excluyen mutuamente, la comunicación se deteriora, ya sea porque provoca un cierto aturdimiento o porque, por el contrario, crea un clima de frialdad; sin embargo, cuando se integran recíprocamente, la comunicación adquiere valor y significado.


El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos. Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena. En el silencio, por ejemplo, se acogen los momentos más auténticos de la comunicación entre los que se aman: la gestualidad, la expresión del rostro, el cuerpo como signos que manifiestan la persona. En el silencio hablan la alegría, las preocupaciones, el sufrimiento, que precisamente en él encuentran una forma de expresión particularmente intensa. Del silencio, por tanto, brota una comunicación más exigente todavía, que evoca la sensibilidad y la capacidad de escucha que a menudo desvela la medida y la naturaleza de las relaciones. Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial. Una profunda reflexión nos ayuda a descubrir la relación existente entre situaciones que a primera vista parecen desconectadas entre sí, a valorar y analizar los mensajes; esto hace que se puedan compartir opiniones sopesadas y pertinentes, originando un auténtico conocimiento compartido. Por esto, es necesario crear un ambiente propicio, casi una especie de “ecosistema” que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos.

Gran parte de la dinámica actual de la comunicación está orientada por preguntas en busca de respuestas. Los motores de búsqueda y las redes sociales son el punto de partida en la comunicación para muchas personas que buscan consejos, sugerencias, informaciones y respuestas. En nuestros días, la Red se está transformando cada vez más en el lugar de las preguntas y de las respuestas; más aún, a menudo el hombre contemporáneo es bombardeado por respuestas a interrogantes que nunca se ha planteado, y a necesidades que no siente. El silencio es precioso para favorecer el necesario discernimiento entre los numerosos estímulos y respuestas que recibimos, para reconocer e identificar asimismo las preguntas verdaderamente importantes. Sin embargo, en el complejo y variado mundo de la comunicación emerge la preocupación de muchos hacia las preguntas últimas de la existencia humana: ¿quién soy yo?, ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué puedo esperar? Es importante acoger a las personas que se formulan estas preguntas, abriendo la posibilidad de un diálogo profundo, hecho de palabras, de intercambio, pero también de una invitación a la reflexión y al silencio que, a veces, puede ser más elocuente que una respuesta apresurada y que permite a quien se interroga entrar en lo más recóndito de sí mismo y abrirse al camino de respuesta que Dios ha escrito en el corazón humano.

En realidad, este incesante flujo de preguntas manifiesta la inquietud del ser humano siempre en búsqueda de verdades, pequeñas o grandes, que den sentido y esperanza a la existencia. El hombre no puede quedar satisfecho con un sencillo y tolerante intercambio de opiniones escépticas y de experiencias de vida: todos buscamos la verdad y compartimos este profundo anhelo, sobre todo en nuestro tiempo en el que “cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales” (Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2011)

Hay que considerar con interés los diversos sitios, aplicaciones y redes sociales que pueden ayudar al hombre de hoy a vivir momentos de reflexión y de auténtica interrogación, pero también a encontrar espacios de silencio, ocasiones de oración, meditación y de compartir la Palabra de Dios. En la esencialidad de breves mensajes, a menudo no más extensos que un versículo bíblico, se pueden formular pensamientos profundos, si cada uno no descuida el cultivo de su propia interioridad. No sorprende que en las distintas tradiciones religiosas, la soledad y el silencio sean espacios privilegiados para ayudar a las personas a reencontrarse consigo mismas y con la Verdad que da sentido a todas las cosas. El Dios de la revelación bíblica habla también sin palabras: “Como pone de manifiesto la cruz de Cristo, Dios habla por medio de su silencio. El silencio de Dios, la experiencia de la lejanía del Omnipotente y Padre, es una etapa decisiva en el camino terreno del Hijo de Dios, Palabra encarnada… El silencio de Dios prolonga sus palabras precedentes. En esos momentos de oscuridad, habla en el misterio de su silencio” (Exhort. ap.Verbum Domini, 21). En el silencio de la cruz habla la elocuencia del amor de Dios vivido hasta el don supremo. Después de la muerte de Cristo, la tierra permanece en silencio y en el Sábado Santo, cuando “el Rey está durmiendo y el Dios hecho hombre despierta a los que dormían desde hace siglos” (cf. Oficio de Lecturas del Sábado Santo), resuena la voz de Dios colmada de amor por la humanidad.

Si Dios habla al hombre también en el silencio, el hombre igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y de Dios. “Necesitamos el silencio que se transforma en contemplación, que nos hace entrar en el silencio de Dios y así nos permite llegar al punto donde nace la Palabra, la Palabra redentora” (Homilía durante la misa con los miembros de la Comisión Teológica Internacional, 6 de octubre 2006). Al hablar de la grandeza de Dios, nuestro lenguaje resulta siempre inadecuado y así se abre el espacio para la contemplación silenciosa. De esta contemplación nace con toda su fuerza interior la urgencia de la misión, la necesidad imperiosa de “comunicar aquello que hemos visto y oído”, para que todos estemos en comunión con Dios (cf. 1 Jn 1,3). La contemplación silenciosa nos sumerge en la fuente del Amor, que nos conduce hacia nuestro prójimo, para sentir su dolor y ofrecer la luz de Cristo, su Mensaje de vida, su don de amor total que salva.

En la contemplación silenciosa emerge asimismo, todavía más fuerte, aquella Palabra eterna por medio de la cual se hizo el mundo, y se percibe aquel designio de salvación que Dios realiza a través de palabras y gestos en toda la historia de la humanidad. Como recuerda el Concilio Vaticano II, la Revelación divina se lleva a cabo con “hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas” (Dei Verbum, 2). Y este plan de salvación culmina en la persona de Jesús de Nazaret, mediador y plenitud de toda la Revelación. Él nos hizo conocer el verdadero Rostro de Dios Padre y con su Cruz y Resurrección nos hizo pasar de la esclavitud del pecado y de la muerte a la libertad de los hijos de Dios. La pregunta fundamental sobre el sentido del hombre encuentra en el Misterio de Cristo la respuesta capaz de dar paz a la inquietud del corazón humano. Es de este Misterio de donde nace la misión de la Iglesia, y es este Misterio el que impulsa a los cristianos a ser mensajeros de esperanza y de salvación, testigos de aquel amor que promueve la dignidad del hombre y que construye la justicia y la paz.

Palabra y silencio. Aprender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización: silencio y palabra son elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo contemporáneo. A María, cuyo silencio “escucha y hace florecer la Palabra” (Oración para el ágora de los jóvenes italianos en Loreto, 1-2 de septiembre 2007), confío toda la obra de evangelización que la Iglesia realiza a través de los medios de comunicación social.

Vaticano, 24 de enero 2012, fiesta de San Francisco de Sales
BENEDICTUS PP. XVI
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La Pastoral de la Comunicación de la CED celebra II encuentro nacional de comunicadores católicos

Con el tema Silencio y Palabra, Camino de Evangelización la Comisión de Pastoral de la Comunicación de la Conferencia del Episcopado Dominicano realizó el segundo encuentro nacional de comunicadores católicos.

El evento Monseñor Ramón Benito Ángeles dictó una conferencia sobre la Evangelización en la Cultural Digital, e invitó a los comunicadores a usar la tecnología para llevar la buena nueva pero sin olvidar el contacto humano.

El rector del Instituto Tecnológico de las Américas, Ing. José Armando Tavarez, el Reverendo Padre Jesús Castro Marte quien es el vicerrector del Seminario Santo Tomas de Aquino y la presidenta de Signis Dominicana, Ana Belgica Guichardo realizaron un panel sobre “La Riqueza del Silencio en la familia de Nazaret”.

La actividad que fue realizada en la Universidad Católica Santo Domingo y que contó con la presencia del Cardenal Nicolás De Jesús López Rodríguez, sirvió de marco para que Monseñor Ramón De la Rosa pusiera en circulación su libro “Siete Mensajes de Benedicto XVI a los Medios de Comunicación” 

La Diócesis de San Francisco de Macorís estuvo presente con una delegación de 15 comunicadores encabezada por el coordinador de la Comisión Diocesana de Pastoral de la Comunicación, Dionicio Núñez, y el asesor de la entidad reverendo Padre Luis María Hernández.
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26.2.12

¿Cómo vivían los primeros cristianos la Cuaresma?

¿Cómo y cuándo empieza a vivirse la Cuaresma
¿Por qué 40 días? ¿Por qué la penitencia y el ayuno?
¿Por qué la imposición de la ceniza?
La celebración de la Pascua del Señor, constituye, sin duda, la fiesta primordial del año litúrgico. De aquí que, cuando en el siglo II, la Iglesia comenzó a celebrar anualmente el misterio pascual de Cristo, advirtió la necesidad de una preparación adecuada, por medio de la oración y del ayuno, según el modo prescrito por el Señor. Surgió así la piadosa costumbre del ayuno Infra-pascual del viernes y sábado santos, como preparación al Domingo de Resurrección.


Los primeros pasos

Paso a paso, mediante un proceso de sedimentación, este período de preparación pascual fue consolidándose hasta llegar a constituir la realidad litúrgica que hoy conocemos como Tiempo de Cuaresma. Influyeron también, sin duda, las exigencias del catecumenado y la disciplina penitencial para la reconciliación de los penitentes.

La primitiva celebración de la Pascua del Señor conoció la praxis de un ayuno preparatorio el viernes y sábado previos a dicha conmemoración.

A esta práctica podría aludir la Traditio Apostolica, documento de comienzos del siglo III, cuando exige que los candidatos al bautismo ayunen el viernes y transcurran la noche del sábado en vela. Por otra parte, en el siglo III, la Iglesia de Alejandría, de hondas y mutuas relaciones con la sede romana, vivía una semana de ayuno previo a las fiestas pascuales.

En el siglo IV se consolida la estructura cuaresmal de cuarenta días

De todos modos, como en otros ámbitos de la vida de la Iglesia, habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos de una estructura orgánica de este tiempo litúrgico. Sin embargo, mientras en esta época aparece ya consolidada en casi todas las Iglesias la institución de la cuaresma de cuarenta días, el período de preparación pascual se circunscribía en Roma a tres semanas de ayuno diario, excepto sábados y domingos. Este ayuno pre-pascual de tres semanas se mantuvo poco tiempo en vigor, pues a finales del siglo IV, la Urbe conocía ya la estructura cuaresmal de cuarenta días.

El período cuaresmal de seis semanas de duración nació probablemente vinculado a la práctica penitencial: los penitentes comenzaban su preparación más intensa el sexto domingo antes de Pascua y vivían un ayuno prolongado hasta el día de la reconciliación, que acaecía durante la asamblea eucarística del Jueves Santo. Como este período de penitencia duraba cuarenta días, recibió el nombre de Quadragesima o cuaresma.

Durante el primer estadio de organización cuaresmal se celebraban tan sólo las reuniones eucarísticas dominicales, si bien entre semana existían asambleas no eucarísticas: los miércoles y viernes.

Pero a finales del siglo VI las reuniones del lunes, miércoles y viernes celebraban ya la eucaristía. Más tarde, se añadieron nuevas asambleas eucarísticas los martes y sábados. Por último, el proceso se cerró bajo el pontificado de Gregorio II (715-731), con la asignación de un formulario eucarístico para los jueves de cuaresma.

¿Por qué la ceniza?

Hacia finales del siglo V, el miércoles y viernes previos al primer domingo de cuaresma comenzaron a celebrarse como si formaran parte del período penitencial, probablemente como medio de compensar los domingos y días en los que se rompía el ayuno.

Dicho miércoles, los penitentes, por la imposición de la ceniza, ingresaban en el orden que regulaba la penitencia canónica.

Cuando la institución penitencial desapareció, el rito se extendió a toda la comunidad cristiana: este es el origen del Miércoles de Ceniza o «Feria IV anerum».

El proceso de alargamiento del período penitencial continuó de forma irremediable. Esta anticipación del ayuno cuaresmal no es una práctica exclusivamente romana: se encuentra también en Oriente, y en diversas regiones de Occidente.

Probablemente se trata de una praxis originada en la ascesis monástica y más tarde propagada entre la comunidad cristiana, aunque resulte difícil conocer sus características.

¿Por qué cuarenta días?

El significado teológico de la Cuaresma es muy rico. Su estructura de cuarentena conlleva un enfoque doctrinal peculiar.

En efecto, cuando el ayuno se limitaba a dos días —o una semana a lo sumo—, esta praxis litúrgica podía justificarse simplemente por la tristeza de la Iglesia ante la ausencia del Esposo, o por el cli¬ma de ansiosa espera; mientras que el ayuno cuares¬mal supone desde el principio unas connotaciones propias, impuestas por el significado simbólico del número cuarenta. 

En primer lugar, no debe pasarse por alto que toda la tradición occidental inicia la Cuaresma con la lectura del evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto: el período cuaresmal constituye, pues, una experiencia de desierto, que al igual que en el caso del Señor, se prolonga durante cuarenta días.

En la Cuaresma, la Iglesia vive un combate espiritual intenso, como tiempo de ayuno y de prueba. Así lo manifiestan también los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el Sinaí.

Otros simbolismos enriquecen el número cuarenta, como se advierte en el Antiguo y Nuevo Testamento. Así, la cuarentena evoca la idea de preparación: cuarenta días de Moisés y Elías previos al encuentro de Yahveh; cuarenta días empleados por Jonás para alcanzar la penitencia y el perdón; cuarenta días de ayuno de Jesús antes del comienzo de su ministerio público. La Cuaresma es un período de preparación para la celebración de las solemnidades pascuales: iniciación cristiana y reconciliación de los penitentes.

Por último, la tradición cristiana ha interpretado también el número cuarenta como expresión del tiempo de la vida presente, anticipo del mundo futuro. El Concilio Vaticano II(cfr. SC 109) ha señalado que la Cuaresma posee una doble dimensión, bautismal y penitencial, y ha subrayado su carácter de tiempo de preparación para la Pascua en un clima de atenta escucha a la Palabra de Dios y oración incesante.

El período cuaresmal concluye la mañana del Jueves Santo con la Misa crismal —Missa Chrismalis— que el obispo concelebra con sus presbíteros. Esta Misa manifiesta la comunión del obispo y sus presbíteros en el único e idéntico sacerdocio y ministerio de Cristo. Durante la celebración se bendicen, además, los santos óleos y se consagra el crisma.

El tiempo de Cuaresma se extiende desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la cena del Señor exclusive. El miércoles de Ceniza es día de ayuno y abstinencia; los viernes de Cuaresma se observa la abstinencia de carne. El Viernes Santo también se viven el ayuno y la abstinencia.
www.primeroscristianos.com
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22.2.12

Miércoles de Ceniza, inicia la Cuaresma

Con la imposición de las cenizas, se inicia una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús. 

Este tiempo vigoroso del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en una sola palabra: "metanoeiete", es decir "Convertíos". Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, con las palabras "Convertíos y creed en el Evangelio" y con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte.

La sugestiva ceremonia de la ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que no pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. La conversión no es, en efecto, sino un volver a Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su verdad. Una valoración que implica una conciencia cada vez más diáfana del hecho de que estamos de paso en este fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia.

Sinónimo de "conversión" es así mismo la palabra "penitencia"... Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresión de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.


Tradición

En la Iglesia primitiva, variaba la duración de la Cuaresma, pero eventualmente comenzaba seis semanas (42 días) antes de la Pascua. Esto sólo daba por resultado 36 días de ayuno (ya que se excluyen los domingos). En el siglo VII se agregaron cuatro días antes del primer domingo de Cuaresma estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto.

Era práctica común en Roma que los penitentes comenzaran su penitencia pública el primer día de Cuaresma. Ellos eran salpicados de cenizas, vestidos en sayal y obligados a mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el Jueves antes de la Pascua. Cuando estas prácticas cayeron en desuso (del siglo VIII al X), el inicio de la temporada penitencial de la Cuaresma fué simbolizada colocando ceniza en las cabezas de toda la congregación.

Hoy en día en la Iglesia, el Miércoles de Ceniza, el cristiano recibe una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos previo. Esta tradición de la Iglesia ha quedado como un simple servicio en algunas Iglesias protestantes como la anglicana y la luterana. La Iglesia Ortodoxa comienza la cuaresma desde el lunes anterior y no celebra el Miércoles de Ceniza.


Significado simbólico de la Ceniza

La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. En Jonás 3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de los habitantes de Nínive. Muchas veces se une al "polvo" de la tierra: "en verdad soy polvo y ceniza", dice Abraham en Gén. 18,27. El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma (muchos lo entenderán mejor diciendo que es le que sigue al carnaval), realizamos el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente (fruto de la cremación de las palmas del año pasado). Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.

Mientras el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf Mc1,15) y "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19): un signo y unas palabras que expresan muy bien nuestra caducidad, nuestra conversión y aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que Cristo cada año quiere comunicarnos en la Pascua.
Fuente Aciprensa.
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3.2.12

Diócesis de SFM Presenta su Página Web

La Comisión Diocesana de la Pastoral de la Comunicación presentó este jueves la página Web de la Diócesis de San Francisco de Macorís en el marco de una eucaristía con motivo del Día del Consagrado que fue  oficiada por Monseñor Jesús María de Jesús Moya.


El reverendo padre Luís María Hernández, asesor de la Comisión, al momento de presentar el medio digital dijo que la pagina está en la fase inicial pero que con el apoyo de todos se convertirá en un espacio para difundir la buena nueva del Señor.

“El Padre nos invita a usar los medios a nuestro alcance para difundir el evangelio y antes la importancia que tiene la internet y su influencia, especialmente en los jóvenes y con el apoyo del nuestro Obispo decidimos que a través de esta página web tenemos un espacio para hacer llegar el mensaje a todos” puntualizó el sacerdote.

Dionicio Núñez coordinador de la Pastoral de la Comunicación dijo que en diocesisdesanfranciscodemacoris.com los feligreses y visitantes podrán encontrar noticias eclesiales, conocer las diversas parroquias, movimientos y grupos apostólicos que componen la Diócesis.

La página Web fue diseñada por Josué Canals y estará coordinado por Jesús Santana, Regina Valerio, Germania Cuello, el Padre Luís María Hernández, Dionicio Núñez y un equipo de apoyo en cada parroquia.
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23.1.12

Celebran Eucaristía con Motivo del Día de San Francisco de Sales, Patrón de los Periodistas

San Francisco de Macorís.- Con motivo de celebrarse el 24 de enero el día de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, la Comisión Diocesana de Medios de Comunicación de la Diócesis de San Francisco de Macorís realizó una eucaristía en la Catedral Santa Ana de esta ciudad.- 

La celebración que estuvo presidida por el reverendo padre Luis María Hernández y concelebrada por el sacerdote Andrés Napoleón párroco de la parroquia Santa Ana, contó con la asistencia de la secretaría general de la Seccional Nordeste del Colegio Dominicano de Periodistas, María Elena Salazar y el Secretario general de la Filial Duarte del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, Francis De León.

Durante la homilía el sacerdote Luís María Hernández dijo que el comunicador debe ejercer su labor teniendo presente que su influencia es tan fuerte que puede crear una mentalidad en la sociedad. 

“Hemos escuchado en muchas ocasiones a personas decir, eso es verdad porque lo dijeron la noticia, y esto es así por la influencia que tienen los comunicadores. Es por esto que cada comunicador y comunicadora debe hacer un periodismo maduro tanto en lo humano como en lo cristiano” puntualizó Hernández.

La eucaristía contó con una nutrida participación de comunicadores y periodistas de los diferentes medios de comunicación de esta ciudad.

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21.1.12

Rezos, novenas y salves para la Patrona del pueblo

El Pueblo Dominicano está de fiesta porque hoy, 21 de Enero se conmemora la fiesta de su protectora Nuestra Señora de la Altagracia, o Virgen de la Altagracia. A ella se le dedican novenas, salves y otros rezos.


Asimismo, con motivo de esta celebración, todos los años la Conferencia del Episcopado Dominicano emite una carta pastoral en la cual exalta la devoción y aborda los más acuciantes problemas que afligen a la población de este país.

La devoción a la Virgen está muy arraigada desde el año 1502, cuando su imagen pintada al óleo en un lienzo fue traída a estas tierras por los hermanos Alfonso y Antonio Trejo que fueron de los primeros españoles que poblaron la Isla.

Al mudarse los hermanos Trejo a la ciudad de Higüey llevaron consigo esta imagen y más tarde la ofrecieron a la Parroquia para que todos pudieran venerarla. Por eso allí se erigió un santuario en su honor.

El cuadro es una hermosa obra primitiva, que probablemente fue pintada a finales de siglo XV o a principios del siglo XVI y que ha sido objeto de varias restauraciones. La última fue en el año 1978, en España, porque ya había perdido su belleza original.

En la escena se observa del nacimiento de Jesús, con la Virgen y San José. La Virgen observa al hijo que descansa sobre pajas en el pesebre. Está cubierta por un manto azul salpicado de estrellas y un blanco escapulario cierra por delante sus vestidos. Tiene una corona de 12 estrellas además de otra corona dorada que fue añadida al cuadro original.

Un poco retirado hacia atrás, San José observa humildemente, mirando por encima del hombro derecho de su esposa; y al otro lado la estrella de Belén brilla tímida y discretamente. El cuadro tiene los colores de la Bandera Dominicana.

El marco que sostiene el cuadro es posiblemente la expresión más refinada de la orfebrería dominicana.

La imagen de Nuestra Señora de la Altagracia ha sido coronada dos veces; la primera fue el 15 de agosto de 1922, durante el pontificado del papa Pío XI; la segunda, por el Papa Juan Pablo II, cuando estuvo de visita en el país en el año 1992. En esa oportunidad el Pontífice le colocó una diadema de plata sobredorada.

Respecto al Santuario en Salvaleón de Higüey, el primero de ellos se terminó de construir en el año 1572. La actual basílica fue consagrada en el año 1971 y el 12 de octubre del mismo año fue declarada como Monumento Dominicano; después el Papa Pablo IV la declaró Basílica Menor.

Este templo está en el centro de la ciudad, con una estructura en forma de cruz latina, la puerta principal está hecha de bronce con un baño de oro de 24 quilates, además tiene un campanario de 45 campanas hechas de bronce.

Este lugar se ha convertido en un centro de peregrinación tanto religiosa como turística y según datos del Ministerio de Turismo, recibe a unos 350 mil turistas y alrededor de 800 mil dominicanos en el año y la cifra mayor se registra precisamente en estos días.

Además de Protectora de los dominicanos, la Virgen de la Altagracia es patrona de varios pueblos y de templos, incluyendo uno en la calle Hostos de la Zona Colonial de Santo Domingo del cual dicen algunos historiadores que se construyó en el mismo lugar donde había una capilla dedicada a ella en el antiguo hospital San Nicolás de Bari, que ahora es una histórica ruina.

En el país hay dos congregaciones de religiosas una es el Instituto Secular Altagraciano, que tiene más de 50 años de fundado y el otro es de monjas con hábitos. También hay numerosos colegios, calles, poblados y el nombre de Altagracia es uno de los que más abunda en el país y lo llevan muchas mujeres y algunos hombres.

En Autopista Duarte, específicamente en el sector La Cumbre hay sendas imágenes de La Altagracia en cada uno de los dos tramos de la vía.

Artistas plásticos y escritores han realizado hermosas obras en honor a la protectora del Pueblo Dominicano, entre ellos Antonio Prats Ventós, Alberto Bass y Elsa Núñez.

Asimismo, hay varios libros donde se resalta el culto a la Virgen de la Altagracia entre ellos los de los otrora obispos de Higüey monseñor Juan Félix Pepén, y Hugo Eduardo Polanco Brito. El primero escribió Dónde floreció el naranjo y el segundo, Ex votos y milagros del Santuario de Higüey. También, la escritora dominicana radicada en Estados Unidos Julia Álvarez tiene un bello relato que tituló Un regalo de gracias, y gira en torno a la leyenda que envuelve la tradición del culto a nuestra Protectora.

Esa popular versión da cuenta del deseo de una niña que le pidió a su padre, un comerciante, que le llevara de regalo la imagen de la Alta Gracia; el padre trató de conseguirlo inútilmente por todas partes, porque nadie había oído hablar de ella. Ya de vuelta a su casa decidió pasar la noche donde unos amigos a quienes contó la tristeza que lo embargaba al no poder complacer a su hija. Mientras él hablaba se le acercó un hombre de avanzada edad, sacó un lienzo enrollado, se lo entregó y le dijo: esto es lo que usted busca”.

Según dice la leyenda

El hombre que entregó el lienzo enrrollado de la Virgen al comerciante, al amanecer había desaparecido misteriosamente. El hacendado llevó el cuadro a su casa, y lo colgó en la sala principal. Al día siguiente el lienzo no aparecía. Se lo encontró de nuevo en la copa de un naranjo. En los próximos días se repitió la desaparición una y otra vez. Por eso, según la leyenda, el antiguo santuario estuvo construido donde se ubicó el naranjo.
Escrito por ROSA FRANCIA ESQUEA y publicado en le periodico Hoy
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Obispo de Higüey llama a los políticos a desarrollar campaña constructiva y dejar de lado el discurso agresivo

El obispo de Higüey, Nicanor Peña Rodríguez, llamó a los políticos a desarrollar una campaña constructiva y dejar de lado el discurso agresivo.

Al oficiar una misa en la Basílica de Higüey con motivo del Día de la Altagracia, Peña Rodríguez abogó por un proyecto de nación entre todos los políticos que vaya en beneficio de la clase más desposeída.

La homilía estuvo encabezada por el presidente Leonel Fernández y la primera dama, Margarita Cedeño de Fernández.

Peña Rodríguez también citó la preocupación que expusieron los obispos en la carta pastoral, en la que critican la situación que vive el país y el deterioro de los valores.

Además de la primera dama, Fernández estuvo acompañado del jefe de la Policía, mayor general José Armando Polanco Gómez, el ministro de las Fuerzas Armadas, teniente general Joaquín Virgilio Pérez Féliz, la ministra de Educación, Josefina Pimentel, entre otros.

Mientras que por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), acudió una comisión encabezada por el candidato vicepresidencial, Luis Abinader, en representación el candidato presidencial Hipólito Mejía.

Junto a Abinader también acudieron Sergio Grullón y César Cedeño, con quienes Fernández conversó por breves minutos.

Al finalizar la misa, el mandatario junto a la primera dama acudieron a tocar el cristal que resguarda a la Virgen.
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